Durante el desarrollo de una entrevista clínica, el terapeuta debe estar atento a la comunicación no verbal que envía a su paciente, ya que puede producir en el paciente confusión, rechazo, o pérdida de confianza en el tratamiento.
Existen una serie de conductas no verbales por parte del terapeuta que pueden ser contraproducentes en la interacción con el paciente:
- Contacto ocular poco frecuente. El terapeuta ha de mantener un contacto visual total con frecuencia.
- Mala posición del cuerpo en relación con el entrevistado. Conductas como mantener una posición del cuerpo inclinado hacia atrás, cruzar los brazos y las piernas en dirección opuesta al paciente podrían tener efectos negativos.
- Inadecuadas expresiones faciales y gestos. Un entrevistador excesivamente serio, que no muestra ninguna gesticulación, no favorece la comodidad en el paciente, ni disminuye su tensión. Un adecuado control de las expresiones faciales permite llegar a ser benevolentes, comprensivos y receptivos.
Además hay que controlar los gestos de sorpresa o expresiones faciales que denoten discrepancia con el entrevistado. Un gesto que favorece que el entrevistado continúe con su relato, es el asentir con la cabeza para reforzar la comunicación del paciente. Podemos mejorar la expresión facial elevando las cejas de cuando en cuando (sobre todo en preguntas importantes) y sonriendo con más frecuencia, siempre que sea adecuado, ya que no se puede sonreír continuamente, sobre todo ante preguntas personales.
Por tanto, si se utiliza de forma adecuada el contacto ocular, la expresión facial y gestual y la posición del cuerpo conseguiremos una correcta relación terapeuta –paciente y un clima que favorezca la expresión de ideas.
Así, para llegar a ser un terapeuta efectivo, será necesario aprender las habilidades terapéuticas básicas, las cuales ayudarán al profesional a desarrollar y controlar la comunicación no verbal; varios ejercicios de ensayo conductual y muchas horas de práctica profesional.
