Lucía acude a consulta porque está convencida de que pierde el control ante ciertas situaciones de su vida diaria.
La ansiedad que presenta Lucía, se acompaña de reacciones corporales tales como tensión muscular, sudoración, temblor, respiración agitada, dolor de cabeza, pecho o espalda. También refiere “nudos en el estómago”, sensación de asfixia, diarrea, visión borrosa, sensación de muerte inminente, de pérdida de control, desmayarse o tener un infarto.
Tratamiento educativo
En este sentido y para que el paciente comprenda mejor el proceso y por qué se producen todos esos síntomas, es necesario explicarle qué síntomas puede experimentar.
Este es el círculo vicioso del pánico.
El sujeto presenta síntomas de ansiedad ante ciertos estímulos internos o externos, los interpreta de forma catastrófica, como por ejemplo que le está dando un infarto o se está volviendo loco y reacciona de forma alarmante desencadenando los síntomas de una crisis de pánico.
Todo ello, provoca a su vez, ese aumento de las sensaciones internas con la consiguiente interpretación catastrófica.
La crisis de pánico finalizará cuando el sistema nervioso parasimpático (que se encarga de restaurar el equilibrio) se activa o cuando el sujeto hace uso de alguna estrategia de afrontamiento.
De manera que, hablando con el sujeto sobre lo que le sucede y presentándole toda la información sobre la ansiedad, se dará cuenta de que, cuando experimenta una crisis de pánico, es una reacción normal, puesto que en ese momento cree que se encuentra en peligro. Así como, que las crisis las provoca el mismo, al interpretar como amenaza unas sensaciones normales.
Aunque con esta primera parte educativa muchos problemas de la ansiedad se resolverían, ya que conseguir que la persona comprenda el problema suele producir ya una cierta mejoría, hay que motivar al paciente a seguir trabajando en el tratamiento.